lunes, 19 de octubre de 2009

ENTRE INCAPACES Y CORRUPTOS


Por Miguel Galindo Sánchez :


Apañados estamos. Reconocer que en este país, políticamente nos movemos entre la corrupción y la incapacidad, no creo que sea levantar ningún tipo de falso testimonio. Doy por sentado, y que así conste, que existen los políticos honestos, los que se cortarían la mano antes que meterla donde no deben, y los inteligentes, suficientemente preparados para asumir responsabilidades. Pero lo que aparenta, lo que sobresale, lo que se registra, lo que se ve, es que solo están encaramados los tontos y los sinvergüenzas. Tan solo hay que leer la prensa todos los días, o escuchar los informativos, o estar al tanto de las noticias politico/económicas. La imagen que damos no puede ser más deplorable.


Por otro lado, y tampoco libre de cierta corruptibilidad de baja intensidad, la imagen incapaz del partido gobernante, que va a la deriva en materia económica, y empecinado en medidas que están metiendo al país en un atolladero impresionante. Mientras nuestros vecinos comienzan a remontar, nosotros seguimos hundiéndonos en la miseria. Las exportaciones han caído más de un 6%, la producción industrial más de un 16%, la economía sumergida sobrepasa el 30%, el paro sigue escalando posiciones desconocidas hasta ahora, estamos instalados en una deflacción contínua va para 9 meses ya, y encima, por si faltaba algo, la inmensa deuda pública acumulada va con cargo a un crédito bancario que en igual proporción se lo está quitando a las empresas… Empresas que, al fin y al cabo, son las que deben mantener la ocupación, la producción y el consumo, amén de pagar los impuestos que mantienen el cotarro público en pié. Osea, se hace todo lo contrario a lo que se debe de hacer, y ni se consulta.


Pero lo triste, lo penoso, lo patético, es que el común de juanpaticas de la calle, no estamos capacitados tampoco para indagar otras posibilidades, buscar otros caminos y dar oportunidades a los reservas, con el claro mensaje de que aquí, el que la hace la paga. Todo lo contrario. Nos atamos estúpidamente a trasnochadas adhesiones inquebrantables sin más objetivo que defender al propio y atacar al contrario. Hagan lo que hagan ambos. Solo tenemos fuelle para justificar las tropelías del correligionario y masacrar las ajenas. Que no se diga que no defendemos nuestra etiqueta. Cuando, en realidad, lo que deberíamos es desetiquetarnos hasta el tuétano, o en todo caso, hacer crítica abierta, sin complejos, sin débitos ni agradecimientos, pasando de chantajes, amenazas y falsos conceptos de falsas lealtades, con los ojos limpios y alerta, y la conciencia alerta y limpia.


Pero no queremos. O no podemos. O quizá no sabemos mas que lamer la propia correa a la que nos atamos y morder a la que se atan los que nos ladran. Es a lo que nos han enseñado y es lo que hemos aprendido mansamente. Y voto a brios que cumplimos como perfectos consignados… Un autor que no recuerdo ahora – pido perdón por ello – hablaba de la esclavitud de las ideologías, cuando éstas se idearon para ser libres. No obstante a todo, yo siempre pensaré que nuestros políticos no tienen culpa alguna que nosotros no tengamos. Que no pueden ser mejores que los que los eligen, porque salen de entre ellos mismos y somos todos de la misma ralea. Que es producto y reflejo de su propia sociedad. Que así el pueblo, así el gobierno… Enfín… Lo que deberíamos ponernos a pensar muy en serio es si en este país nuestro solo hay tontos y sinvergüenzas.

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