jueves, 14 de enero de 2010

Por Miguel Galindo "LOS MALVADOS EMPRESARIOS"

Corre una frase por ahí que dice: “los que saben hacer las cosas, las hacen. Los que no saben, enseñan a hacerlas. Los que no saben enseñar a hacerlas, enseñan a los que enseñan. Y los que no saben enseñar a los que enseñan, hacen política”. Hay otra forma de terminar esa reflexión, al márgen de meterse o no a políticos, y es que, en último lugar, los que no saben enseñar nada a nadie, echan la culpa de todo a los que siempre se han encargado de hacer las cosas.

Esto es lo que está pasando últimamente con el sector empresarial. Que son los señalados como los culpables de la crisis, del paro, y de todo lo que pasa de malo en este desastroso y desastrado panorama económico que padecemos. Un gobierno lastrado por unos sindicatos financiados, que gestiona mal – mejor dicho, no gestiona nada – pero responsabiliza de los pésimos resultados a los que únicamente pueden, y deben, hacer algo. Para ello, ambos dos asociados utilizan el manido esteorotipo del omnipotente, oligárquico y tripudo empresario chupasangres decimonónico, y usan la imagen a modo de la cartelería ideológica del sacamantecas del pasado siglo. No son víctimas, son verdugos, cuidadín...

No ignoran, pero sí ocultan, que más del 80% del tejido empresarial de este doliente y dolido país son pymes y autónomos. Y que son los que están, estamos, cerrando a carretadas, quedándonos en un paro que no nos pagan, conjuntamente con nuestros obreros, que sí lo cobran, gracias a Dios. Y que no trincamos por gusto, ni por aprovecharnos de coyuntura alguna, ¡qué sandez más grande!.. Si no porque nos están machacando de mala manera. Y si las familias de algunos de ellos en activo siguen empinando el plato es gracias a la jodida y puñetera economía sumergida, más soportada que buscada, lo digan quienes lo digan (a veces lo dicen los que no tienen el menor problema económico, dicho sea de paso)… Y saben también, aunque lo escondan, que es ésta, y no otra, nuestra real y verdadera trama empresarial, la de pequeños negocios, que emplean a más de las tres cuartas partes de los trabajadores que hay en España. Y que formamos la enorme multitud de empresas abandonadas al pairo de su suerte, o su mala suerte, en este vendaval de recesión económica que azota muy especialmente nuestro erial, y donde las únicas ayudas ciertas han ido a parar a manos de financieras, bancos y esas enormes empresas de las que luego se encargarán de airear sus cierres en la palestra pública para demostrar lo malvados que son los empresarios. Precisamente. Ladinamente…

Pero todo esto se tapa, no se dice, no se reconoce… La patronal es culpable. Alea jacta est. Bien… Yo soy un mierdampresario. Pequeño, débil, vulnerable y miserable. Arriesgo hasta mis cucharas por mantener la escasa nómina a mi cargo. Y expongo mi corto patrimonio y el de mis hijos en el intento. Y me parto la cara cada día con la ruína del día a día de hoy. Y soy de “la patronal”, ¿qué pasa?.. aunque sea reo de culpa por ello. Encima… Ese es el veredicto de un gobierno vendido y de unos sindicatos comprados. Que presumen ser todos muy de izquierdas y apoyar al más desgraciado.

Falso... Jamás negaré que existen malos empresarios. Desalmados y aprovechados. Como en el otro lado también existen igual de aprovechados liberados, que escarban su salario en la miseria ajena. Todos son buitres, alimañas, carroñeros… Pero aquí no hay ni buenos ni malos. Aquí hay personas, y unos políticos que hacen política asignando papeles de héroes y villanos.

Por eso estoy de acuerdo con algún que otro “camarada de la patronal”, y si no partidario de irnos con la pancarta a Madrid, que eso cuesta una pasta que no tenemos, sí que abogo por hacer un cierre empresarial desde Cabo Palos a Machichaco que se cague la perra. Y echar la persiana a nuestros negocios. Y, pagando ese día a nuestros obreros – que luego no nos echen en cara los comisionados nada - salir todos del brazo a la plaza del pueblo. Cada cual con los suyos. Todos juntos. Y a ver qué pasa… A ver si se dan cuenta de una vez que en este país, como en todos, sin empresas que mantengan el empleo y paguen los impuestos, se va todo al carajo. Y cuando digo todo, es todo. Estado y estadistas incluídos. Pero es que aquí, la inmensa mayoría de los empresarios somos tan humildes pero tan dignos como nuestros propios obreros. Porque somos todos unos. Somos los mismos. Somos iguales. A ver si nos enteramos...

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ miguel@settgrup.es

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